divendres, 30 de maig del 2014

Jordi Pujol, símbolo del viraje independentista de Cataluña

 Jordi Pujol, símbolo del viraje independentista de Cataluña


El expresidente catalán Jordi Pujol durante una entrevista con la AFP en su despacho en Barcelona, el 26 de 
mayo de 2014
Durante décadas, fue el máximo exponente de la tradición de pacto entre Cataluña y Madrid, pero símbolo del profundo cambio que vive Cataluña, el expresidente catalán Jordi Pujol se ha convertido al independentismo.
"Yo siempre he sido antiindependentista, durante 60 años o más de mi vida. Y ahora al final de todo veo que las condiciones en las que quieren que vivamos en el Estado español no nos permiten mantener nuestra identidad", afirma en una entrevista con la AFP el que fuera presidente catalán durante 23 años (1980-2003).
"Para mí es una decisión muy difícil de tomar porque en el fondo, es reconocer que eso que pensaba que podía ser, no es así y tenemos que cambiar de camino", reconoce el expresidente en su oficina en el majestuoso paseo de Gracia de Barcelona.
A sus 83 años y tras más de una década apartado de la primera línea política, este doctor en medicina por la Universidad de Barcelona, de menuda estatura y pronunciadas arrugas en el rostro, mantiene la presencia, la mirada dura y el carácter firme que infundían respeto en sus interlocutores durante sus años como presidente.
Con americana a cuadros marrón, una camisa beige y una corbata ocre con puntos blancos, Pujol analiza en su despacho los resultados de las elecciones europeas, en las que los independentistas Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) superaron a su coalición nacionalista Convergència i Unió (CiU) y las formaciones partidarias del referéndum de autodeterminación, previsto para el 9 de noviembre, obtuvieron un 55,83% de los votos.
"No sabemos qué votará todo este 56% cuando haya un referéndum, pero está claro que todos rechazan la situación actual y una parte importante de estos sabemos que son independentistas, cosa que no eran antes", celebra.
- Votar y después negociar -

El expresidente de Cataluña Jordi Pujol habla en una entrevista a la AFP sobre los resultados de las elecciones europeas, el 26 de mayo de 2014, en Barcelona
Acérrimo defensor de Cataluña, fue encarcelado en 1960 durante dos años como líder de varias campañas a favor de la democracia y la cultura catalana, reprimida durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975).
Una vez recuperada la democracia, su coalición CiU se convirtió en fuerza hegemónica en el mapa político catalán y de enorme influencia en España, garantizando en el Congreso la estabilidad de los diferentes gobiernos centrales, ya fueran conservadores o socialistas.
Negociador implacable, Pujol consiguió importantes contrapartidas para Cataluña, que asumía cada vez mayor autogobierno en materias como educación, sanidad, política lingüística o seguridad, con la creación de un cuerpo policial propio gracias a su respaldo, en 1993, al debilitado gobierno socialista de Felipe González.
"El pactismo fue útil para Cataluña y para España. Pero después, España no ha querido seguir por este camino", lamenta Pujol, quien en 2003 dejó la política activa y cedió las riendas de CiU a un joven Artur Mas, quien debería esperar siete años para alcanzar la presidencia catalana.
En este lapso de tiempo, Cataluña aprobó, en 2006, un nuevo estatuto de autonomía que le otorgaba amplias competencias y la definía como una nación dentro de España, pero en 2010 acabó siendo parcialmente recortado por el Tribunal Constitucional.
Muchos, incluido Pujol, ubican en ese momento el punto de inflexión de Cataluña, que ha vivido un auge del independentismo y ha empujado a Mas a promover la celebración de un referéndum de autodeterminación el próximo 9 de noviembre.
Para el expresidente, la cuestión radica entre ser independiente o la gradual desaparición del autogobierno y la identidad catalana.
"Desde España no hay otra propuesta para nosotros que la voluntad de seguir orientando su política hacia Cataluña de manera que cada vez nos ahogue más desde un punto de vista económico, nos recorta más nuestras competencias y nuestro modelo de gobierno y empieza ataques hacia hechos sustanciales para nosotros como son la lengua, la escuela o la cultura", dice el expresidente.
Sin embargo, el camino para los independentistas hacia el 9 de noviembre no parece sencillo con Madrid dispuesto a impedir un referéndum que considera ilegal y Bruselas advirtiendo que una secesión implicaría la salida de la Unión Europea.
"He sido presidente del Comité de las Regiones de Europa, he sido defensor a ultranza de Europa cuando en España no se era europeísta", recuerda. "Pero ahora lo más importante de todo es que Cataluña pueda manifestar su voluntad. Una vez la haya manifestado, se ha de negociar y ver cómo se puede hacer", concluye.

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