OPINIÓ
El contragolpe
El aparato del Estado
quiere "castigar" de alguna manera el 9N; si hay querella contra Artur
Mas acabarán de reforzar su liderazgo
Política | 11/11/2014 - 01:30h
| LV 11/11/2014 - 10:40h
Madrid
El Gobierno de España ha dejado pasar la
consulta simbólica del
9 de noviembre
en Catalunya porque no le quedaba otro remedio. Mariano Rajoy ha mirado
hacia otra parte porque no tenía mejor alternativa. La presidencia del
Gobierno y la Fiscalía General del Estado estaban obligadas a escoger
entre dos imágenes potentes en los noticiarios internacionales: la de
los catalanes votando, o la de la policía requisando las urnas. El mundo
contemporáneo presenta muchos defectos e incertidumbres, pero le ha
cogido cariño a la democracia. Las urnas gustan. El día en que se
cumplían
25 años del derrumbe del muro de Berlín, España, uno de los países más endeudados de Europa, no se podía permitir un drama televisado.
No ha habido pacto secreto, ni nada que se le asemeje entre Madrid y
Barcelona.Todo es más simple y más crudo. España no podía enviar una
imagen de alta conflictividad a los centros de decisión internacionales,
en un momento en el que su coyuntura interna vuelve a complicarse y
comienza a recibir mensajes de preocupación y advertencia desde el
Atlántico. Ayer, una advertencia en toda regla de la agencia Fitch,
dirigida al Gobierno español y al Govern de la Generalitat: podría haber
retiradas de depósitos si se prolonga la tensión en Catalunya. En las
dos últimas semanas, los informes de
Barclays
y JP Morgan a sus clientes advirtiendo que España presenta un doble
problema político a tener en cuenta de cara a futuras inversiones y la
compra de bonods: el independentismo catalán y la emergencia de un nuevo
partido (Podemos) que cuestiona el pago de la deuda en sus términos
actuales. Los boletines de la agencia
Bloomberg sugiriendo que la solución pasa por una consulta en Catalunya.
No, España no podía permitirse el domingo un drama en Catalunya. Esta
es la explicación del 'laissez passer'. Y es también la clave de lo que
viene ahora:
el contragolpe.
Aunque ayer, día 10
de noviembre, era festivo en Madrid, lunes de asueto para completar la
festividad de la Virgen de la Almudena, patrona de la ciudad, el
malhumor de los grandes despachos era perfectamente audible. El aparato
del Estado no ha podido imponer su autoridad a la vieja manera, es
decir, de forma contundente y absoluta. Y eso duele en los círculos del
poder que hablan del Estado de Derecho masticando las sílabas y con el
ceño fruncido. “¡Aquí no se mueve nadie sin permiso del Gobernador
Civil!”.
Hay nervios. El aparato estatal se siente burlado por la
Generalitat catalana y cree que debe dar una respuesta por vía
judicial. Hay irritación en el alto funcionariado. El ala aznariana está
que fuma en pipa e imagina, doliente, grandes descalabros españoles,
mientras lee una hoja ciclostilada de Pedro J. Ramírez en la que
Mariano Rajoy es caricaturizado como un estafermo:
uno de esos muñecos giratorios empujados por las lanzas en las justas
medievales. El ala aznariana está que trina, pero su jefe no se halla
hoy en las mejores condiciones para lanzar una de sus saturnales
andanadas. Aznar, demediado, calla, por el momento. Y la diputada
popular Cayetana Álvarez de Toledo escribe en Twitter: “Sensación de
desamparo ante el silencio del Gobierno”. No pierdan de vista a la joven
Álvarez de Toledo. Se van acercando las elecciones municipales y en la
ciudad de Madrid el revuelo va a ser extraordinario. La batalla por la
alcaldía y la presidencia de la Comunidad de Madrid ya está siendo
intensa en el interior del PP. En Madrid se juegan los futuros
equilibrios internos del centroderecha español. Hay nervios por doquier,
incluso en el PP catalán, que se siente marginado y menospreciado, tal y
como informaba
Iñaki Ellakuría ayer en La Vanguardia. Hay, en pocas palabras, un cabreo cósmico.
El columnista bilbaíno
Santiago González,
un hombre culto que en mi opinión encarna la versión más refinada del
periodismo español quevediano, ha dibujado el 9N de una manera muy
sugerente en el diario
El Mundo. Artur Mas se ha comportado como Nadie en el relato homérico. Ulises engaña al gigante Polifemo diciéndole que se llama
Nadie. Nadie organiza la consulta bis. Nadie recluta a los voluntarios.
Nadie envía la información sobre los lugares donde se puede ir a votar.
Nadie abre los colegios electorales. Y al final del día, Nadie organiza
una conferencia de prensa por todo lo alto, hablando en inglés y francés
a los medios internacionales. "El domingo no hubo Estado en Cataluña",
concluye González. El domingo –eso lo añado yo–, Nadie reconquistó el
liderazgo político en Catalunya e inauguró las obras del Partit del
President, reagrupación soberanista de nuevo cuño, con independientes,
toques de centroizquierda y chaquetas sin corbata, que sustituirá a la
quemada Convergència y concurrirá a las elecciones anticipadas –cuando
se fije la fecha–, con ERC, o sin ella. Sin ella y contra ella.
Creo que
los sollozos de Oriol Junqueras
hace unas semanas en un programa radiofónico fueron sinceros. Junqueras
vio venir hace algunas semanas el cambio de rasante. Se vio atrapado
por el movimiento envolvente y dejó escapar su sentimiento más íntimo de
una forma un tanto teatral. No sé si ese sollozo le ha ayudado a
consolidar una imagen de futuro gobernante, en una sociedad catalana muy
expectante, muy izquierdosa verbalmente, pero con muy arraigados
reflejos conservadores.
Hay una antigua expresión catalana muy
adecuada para describir el actual momento: 'El roc a la faixa'. Es una
expresión un tanto rústica que nos habla de la piedra escondida en la
faja (la faja del payés o del carretero) para utilizar como última
munición, cuando ya no quedan otros medios de defensa.
Artur Mas llevaba
el 9N
bis escondido en la faja. Ha demostrado tener nervios de acero y ahora
ha recuperado claramente la iniciativa. Mas fue educado en la escuela
francesa (Liceo Francés y Escuela Aula de Barcelona). Cartesianismo,
pocas ganas de perder y autodisciplina. Junqueras, en la italiana
(Escuela Italiana de Barcelona). Buen aprendizaje de la expresión oral,
historicismo y algo de teatralidad.
Habrá respuesta del aparato del Estado. Si hay
querella de la Fiscalía General del Estado
contra Artur Mas, el Partit del President sufrirá un empujón hacia
arriba proporcional a la pena demandada. Si la acción judicial se dirige
contra funcionarios y empleados públicos, la campaña de solidaridad
será monumental.
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