Dimecres
26.11.2014
16:56
Alarma a El Mundo: 'Preparem-nos per al desafiament més greu que s'ha fet mai a la unitat d'Espanya'
La subdirectora, Victoria Prego, demana als unionistes catalans que vagin en massa a les urnes
ESPANA
PREGUERÍAS
A la independencia con la mitad más uno
Se lo ha puesto muy difícil a Oriol Junqueras porque le ha ganado por la mano en esa exigencia de ERC de declarar unilateralmente la independencia. Artur Mas
le ha hecho una envolvente al líder republicano que ahora no tendrá
fácil negarse a lo que le han propuesto. En esa lista única que apunta
Mas se diluirán inevitablemente los partidos porque los «representantes
de la sociedad civil», seleccionados entre quienes cuenten con un mayor
atractivo para la ciudadanía, ocuparán las primeras líneas de la
atención pública. Y eso perjudica fundamentalmente al partido de
Junqueras, que había logrado sobrepasar a CiU y ahora se va a ver
relegado a un segundo o tercer plano a causa de lo proyectado por Mas.
Pero todo esto es lo de menos. Lo de más es que el presidente de la Generalitat acaba de iniciar el camino para la independencia de Cataluña haciendo caso omiso de cualquier legalidad vigente. Ignorando, de hecho despreciando, la querella que la Fiscalía tiene ya presentada ante el Tribunal Superior de Cataluña, el señor Mas dibujó ayer un plan de sólo 18 meses durante los cuales los catalanes van a decidir si quieren separarse de España y, en caso de que así sea, se negocie en tiempo récord con España las condiciones de esa secesión.
Lo que plantea son unas elecciones con lista unitaria y programa único: gestionar la separación en el caso de que obtenga mayoría absoluta. Es decir, ¿la mitad más uno de los votos, la mitad más uno de los escaños? ¿Con la mitad más uno se puede plantear desde una mínima y homologable legitimidad un proceso tan brutal y tan decisivo como la demolición de un país?
Sin embargo, ésta parece ser la pretensión de Artur Mas, la de llevarse fuera de España a los catalanes a partir del momento en que cuente con un voto o un escaño más. Y lo peor es que ese planteamiento, absolutamente inaceptable, no se va a ver sometido al dictamen de ninguna institución o a la decisión de ningún tribunal superior, sencillamente porque el señor Mas ya se ha saltado todas las reglas que ordenan la vida política en un país democrático y va a seguir llevando a sus conciudadanos por la jungla sin leyes en la que él ya está.
Y, dado que la convocatoria de unas elecciones es de su estricta competencia, tenemos que prepararnos para asistir al desafío más grave que se haya hecho nunca contra la unidad de nuestro país. Porque, aunque el Estado no acepte semejante pretensión de independencia, le será más difícil ignorar el deseo de una mayoría expresado en las urnas. Es imprescindible, pues, que todos los partidos que defienden la España constitucional apelen a los catalanes no independentistas para que acudan a las urnas e impidan la mayoría absoluta de esa lista única con la que sueña Mas. En las manos de esos catalanes está el futuro de España.
Pero todo esto es lo de menos. Lo de más es que el presidente de la Generalitat acaba de iniciar el camino para la independencia de Cataluña haciendo caso omiso de cualquier legalidad vigente. Ignorando, de hecho despreciando, la querella que la Fiscalía tiene ya presentada ante el Tribunal Superior de Cataluña, el señor Mas dibujó ayer un plan de sólo 18 meses durante los cuales los catalanes van a decidir si quieren separarse de España y, en caso de que así sea, se negocie en tiempo récord con España las condiciones de esa secesión.
Lo que plantea son unas elecciones con lista unitaria y programa único: gestionar la separación en el caso de que obtenga mayoría absoluta. Es decir, ¿la mitad más uno de los votos, la mitad más uno de los escaños? ¿Con la mitad más uno se puede plantear desde una mínima y homologable legitimidad un proceso tan brutal y tan decisivo como la demolición de un país?
Sin embargo, ésta parece ser la pretensión de Artur Mas, la de llevarse fuera de España a los catalanes a partir del momento en que cuente con un voto o un escaño más. Y lo peor es que ese planteamiento, absolutamente inaceptable, no se va a ver sometido al dictamen de ninguna institución o a la decisión de ningún tribunal superior, sencillamente porque el señor Mas ya se ha saltado todas las reglas que ordenan la vida política en un país democrático y va a seguir llevando a sus conciudadanos por la jungla sin leyes en la que él ya está.
Y, dado que la convocatoria de unas elecciones es de su estricta competencia, tenemos que prepararnos para asistir al desafío más grave que se haya hecho nunca contra la unidad de nuestro país. Porque, aunque el Estado no acepte semejante pretensión de independencia, le será más difícil ignorar el deseo de una mayoría expresado en las urnas. Es imprescindible, pues, que todos los partidos que defienden la España constitucional apelen a los catalanes no independentistas para que acudan a las urnas e impidan la mayoría absoluta de esa lista única con la que sueña Mas. En las manos de esos catalanes está el futuro de España.
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